Hace años, era una creencia común entre los estudiantes, y con cierta lógica, que la educación universitaria o técnica les proporcionaría todo lo necesario para ingresar al mundo laboral. Muchos pensaban que si se esforzaban en sus estudios y lograban buenas calificaciones, el éxito estaría al alcance de la mano.
No obstante, el panorama laboral ha cambiado, y hoy se requieren nuevas habilidades y recursos que rara vez se enseñan en las aulas. Estas son las habilidades blandas, que se definen como aquellas relacionadas con la habilidad de un profesional para interactuar con los demás, comunicarse efectivamente, compartir información, liderar, motivar, escuchar, empatizar, colaborar y tener un impacto en el entorno.
Los conocimientos técnicos están a la mano y evolucionan rápidamente. En contraste, las habilidades interpersonales son atemporales, pero su adquisición es complicada, lo que las vuelve altamente valoradas por las organizaciones.
Pablo Heinig, profesor en Esade Business School Buenos Aires y director de su propia consultora, afirma: «Es poco probable que una persona logre un desarrollo profesional significativo sin habilidades blandas. Estas competencias son cruciales, ya que nos permiten actuar con confianza en situaciones inciertas y formular estrategias frente a nuevos retos, cerrando así la brecha entre nuestros anhelos y los resultados que obtenemos. Nos ayudan a generar respuestas propias ante circunstancias que no se encuentran en un manual.»
Matías Ghidini, de la consultora Ghidini-Rodil, comenta: «Los ejecutivos en una empresa rara vez enfrentan problemas por desconocimiento de fórmulas o errores en cálculos financieros. Suelen tener dificultades para delegar, compartir información, motivar a su equipo, influir o persuadir a colegas, todas cuestiones que tienen que ver con su personalidad.»
Según el especialista Fernando Boudourian, en los años recientes, las habilidades blandas han cobrado más relevancia debido al aumento del trabajo interdisciplinario y colaborativo en las empresas. Además, se les atribuye la capacidad de influir en cómo se utilizan las habilidades técnicas.
Sofía Bayá Casal, consultora senior de Wall Chase Partners, aclara: «No solo se considerará la información que posee una persona, sino también su capacidad para aplicarla.»
Diferentes roles
Ciertas posiciones exigen más intensamente habilidades blandas, como es el caso de aquellos en ventas o en roles que requieren interacción personal. En contraste, existen otras funciones, como las de desarrollo tecnológico, donde la interacción cara a cara es escasa, y el logro de objetivos depende más de habilidades técnicas.
Aunque algunas personas con habilidades muy técnicas puedan considerar que las habilidades blandas son irrelevantes, comparándolas con ser agradable o saber conversar en una reunión, estas son esenciales a medida que se avanza en la trayectoria profesional.
Cuando alguien comienza su vida laboral, generalmente actúa como un productor individual y en esta etapa, las habilidades duras son cruciales. Sin embargo, al empezar a interactuar con otras personas y colaborar o gestionar el trabajo de colegas o subordinados, las habilidades blandas se vuelven fundamentales, señala Florencia Alippe, gerente de Desarrollo y Comunicaciones Internas de Ernst & Young.
El reto consiste en hallar la combinación adecuada entre el aspecto técnico y el blando para mejorar las relaciones interpersonales que potencian el conocimiento que tiene la empresa, añade la ejecutiva.
¿Cuáles son las habilidades blandas más valoradas en el competitivo entorno laboral argentino? Los expertos tienen diversas opiniones.
Heinig destaca la capacidad de lidiar con lo inesperado, junto con habilidades relacionadas con la escucha, la expresión verbal y la gestión de emociones.
Ghidini menciona la flexibilidad, la tolerancia a la incertidumbre, la habilidad para crear redes y equipos de trabajo, el enfoque emprendedor y la capacidad de aprender.
Patricia Ortiz, gerente de Adquisición de Talento y Desarrollo para Siemens en Argentina y Uruguay, resalta la empatía, la aceptación de la diversidad, la creatividad y la inteligencia interpersonal, así como la habilidad para compartir conocimientos.
Por su parte, Bayá Casal menciona: «Considerando el perfil que nos caracteriza como argentinos, la habilidad de escuchar, aceptar y aprender de las críticas, es una de las más difíciles de incorporar a nuestra rutina.»
Otros especialistas añaden la importancia de ser creíbles, generar confianza en el equipo, comunicarse de manera efectiva, gestionar el tiempo propio y de los demás, y encontrar soluciones.
¿Qué puede hacer entonces un ingeniero brillante que no tiene la habilidad de comunicarse o motivar a su equipo? ¿Rendirte a no crecer en su carrera profesional?
La respuesta no es tan clara y, como muchos temas complejos, se encuentra en una zona intermedia. Las personas son seres sociales y, de alguna manera, se relacionan con otros dentro de la empresa. Sin embargo, es necesario cuestionar si la forma en que se está interactuando actualmente favorece un buen desempeño profesional y el logro de los objetivos que demanda el negocio.
Posibilidad de aprender
«En lugar de pensar en términos absolutos (si poseemos esas habilidades progresaremos y si no, no), se debe analizar la falta de estas habilidades en términos de grados y considerar cuál es la capacidad de esa persona para ampliar su área de conocimiento, independientemente de su punto de partida», afirma Bayá Casal sobre la posibilidad de aprender.
Eugenia Lescá, quien dirige el área de Personas y Cambio en PwC Argentina, sostiene que es posible entrenar estas habilidades. Sin embargo, destaca que como están tan profundamente ligadas a la personalidad, es fundamental tener interés, disposición, constancia y ser conscientes de la necesidad de desarrollarlas a través de la práctica diaria.
Además, el aprendizaje de estas habilidades es más complicado porque no solo implica adquirir nuevos comportamientos, sino también desaprender hábitos arraigados.
Alippe enfatiza: «No me convierto en líder solo por memorizar los principios de un buen líder. Solo al poner en práctica lo que he leído y transformarlo en mi comportamiento, puedo afirmar que he desarrollado la habilidad de liderazgo. Sin embargo, cambiar mi conducta no es sencillo, ya que cada persona tiene su propio modo de actuar que le resulta cómodo, natural y fácil de mantener».
El desarrollo de las habilidades blandas también requiere una actitud reflexiva, lo que resulta bastante difícil de aplicar en medio del ajetreo del trabajo diario. Por lo tanto, es necesario enfrentar el reto de observar cómo nos comunicamos con los demás en cada circunstancia que se presenta.
Bayá Casal menciona: «Siempre que busquemos una interacción interpersonal efectiva y el contexto lo permita, estaremos practicando estas habilidades. Cuanto más enriquecedor sea el entorno en términos de relaciones interpersonales, más oportunidades tendremos de ejercitarlas».