¿Quién pagará la cuenta de la educación continua para los trabajadores?

La velocidad con la que la tecnología y la automatización están transformando el mercado laboral ha generado la necesidad de que los trabajadores se adapten a nuevas realidades. La educación continua se ha convertido en una necesidad para mantenerse competitivo, pero la pregunta es: ¿quién financiará este aprendizaje constante?

La automatización y la inteligencia artificial están cambiando la estructura del mercado laboral. Profesiones que tradicionalmente requerían trabajo manual o tareas repetitivas están siendo reemplazadas por máquinas y algoritmos. Un ejemplo claro son los trabajos de conductor de camiones, los cuales podrían desaparecer debido a los avances en la conducción autónoma. Este tipo de cambio no solo afecta a una industria específica, sino que impacta a múltiples sectores como la contabilidad, el servicio al cliente, la logística, y la administración, donde las máquinas están asumiendo tareas que antes realizaban los humanos.

La incertidumbre de perder el empleo debido a la automatización es real, y una de las principales soluciones que se proponen es el upskilling y el reskilling. Esto implica enseñar a los trabajadores nuevas habilidades o formarlos en áreas completamente nuevas para que puedan adaptarse a los cambios. Sin embargo, la responsabilidad de proporcionar esta educación continua, tanto para adaptarse a nuevas tecnologías como para cambiar de profesión, es un tema complicado. La pregunta clave es quién asumirá el coste de este aprendizaje continuo.

El derecho a la educación continua para los trabajadores

Las organizaciones internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Unión Europea (UE) reconocen que el derecho a la educación continua es fundamental para el bienestar de los trabajadores en la era de la transformación digital y ecológica. Se prevé que el 56% de los empleos actuales se verán amenazados por la automatización en los próximos 20 años. Para contrarrestar este riesgo, se está promoviendo la idea de que todos los trabajadores tengan acceso a programas de formación que les permitan actualizar sus habilidades a lo largo de su vida laboral.

El concepto de educación continua va más allá de un simple curso o capacitación. Se trata de un proceso de aprendizaje constante y adaptativo, que debe ser accesible a todos los trabajadores, independientemente de su sector o nivel de habilidad. Esto incluye a los trabajadores autónomos, aquellos con menos recursos y los empleados del sector informal, quienes son los más vulnerables a perder sus empleos debido a la automatización.

Sin embargo, el desafío no está solo en el acceso a la educación, sino en quién financiará estos programas. A nivel global, el coste de la educación continua está principalmente en manos de los individuos o las empresas. Algunos ejemplos de empresas que financian programas de formación para sus empleados son Starbucks y Disney, que cubren el coste de la educación universitaria para su personal. Sin embargo, estas son excepciones en un mercado donde predominan los sistemas neoliberales que dejan poco espacio para la inversión empresarial en educación.

Propuestas y soluciones para financiar la educación continua

A medida que la educación continua se convierte en un imperativo global, diversas instituciones están proponiendo soluciones para financiarla. La OIT sugiere la creación de fondos o seguros de empleo que permitan a los trabajadores tomar tiempo remunerado para formarse. En la Unión Europea, los fondos del programa Next Generation EU están destinados a la transición ecológica y digital, y se incluyen iniciativas como los Cuentas de Aprendizaje Individual (ILA) y las microcredenciales, que permiten a los individuos acceder a formación a lo largo de su vida laboral.

El reto es garantizar que los trabajadores vulnerables, aquellos que están fuera del sistema laboral formal o que no tienen acceso a la educación, también puedan beneficiarse de estas iniciativas. Los gobiernos y las empresas deben colaborar para crear un sistema que financie este aprendizaje continuo y asegure que todos los trabajadores tengan las oportunidades necesarias para prosperar en el nuevo panorama laboral.

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