La unidad monetaria
La política monetaria y bancaria seguida desde Caseros puso el acento en la tarea de acordar uniformidad al circulante y hacer penetrar en las transacciones el papel moneda. En Buenos Aires se utilizaba la moneda corriente del Banco de la Provincia, y en el interior incluyendo a Santa Fe circulaba gran cantidad de plata boliviana y algo de plata cordobesa. En las provincias de la Mesopotamia corría la onza de oro. En realidad, pues, fuera de Buenos Aires el papel moneda era casi desconocido. Se sabe que la historia bancaria y monetaria de los años transcurridos entre 1852 y 1880 se identifican de manera tan cabal que hacen que la política monetaria sea un apéndice de la instalación de determinados establecimientos bancarios. El Banco de la Provincia de Buenos Aires, reconocía un antecedente lejano, el Banco de Buenos Aires, de 1822.
En 1826 los ganaderos y comerciantes de la ciudad impulsados por los propósitos de amplitud nacional expuestos y comenzamos a realizar por Rivadavia, modificaron la concepción de aquel establecimiento acordándose en lo formal una extensión nacional. Este banco fue clausurado por Rosas, manteniendo de él la aptitud para emitir, bajo la designación de Casa de Moneda. En cuanto Caseros modificó el panorama político, los ganaderos y comerciantes bonaerenses restituyeron a su banco con el nombre de Banco de la Provincia el carácter de instrumento financiero por excelencia, haciendo pie en el propósito de mantener su predominio en el país. La historia de la emisión coincide pues con la de las alternativas experimentadas por ese banco entre 1822 y 1877.
Entre 1822 y 1826 el Banco de Buenos Aires emitió 2,5 millones; el Nacional entre 1826 y 1836 aumentó el circulante en 12,5 millones. Pero entre 1836 y 1851 la Casa de la Moneda creada en sustitución del Banco Nacional a comité todavía había realizado, de las emisiones que este último realizó por valor de 110 millones. Entre Caseros y 1861 el nuevo Banco de la Provincia agrega un 90 millones con lo cual la emisión bien el monto de aquellas otras fue de 400, durante la circulación 7 millones Gobierno de Rosas fueron retirados y otros 95 en el período 1854-61. El Banco de la Provincia, que, aún desempeñándose en los bancaria por antonomasia, comenzó a absorber actividades, donde empeño habitual. La versificando las que constituían su primera de ellas fue la institución de una caja de ahorros creada. Judiciales; los depósitos de menores; los de fondos para después. acrecentar la construcción de edificios escolares; los de capitales capellancitos; los de tierras públicas que procedían del cumplimiento de las leyes dictadas en los años 1857 y 58, referentes a las ventas de tierras, etc.
A todas ellas había agregado otras que revestían entonces la mayor importancia, la apertura de la cuenta corriente, la discrecionalidad para fijar el interés de sus préstamos, y el préstamo hipotecario. Este último daría lugar pocos años después, a causa de la inmovilización de los créditos correspondientes en la cartera del Banco de la Provincia, a la creación del Banco Hipotecario de la Provincia; en cuanto a la fijación de la tasa de interés corresponde expresar que ella fue jugada de la manera más arbitraria, transformando a la institución en una verdadera fuente de agio.
La mencionada masa de circulante, que alcanzaba a principios de 1864 a 300 millones, a pesar de su condición de billetes inconvertibles, constituían el único instrumento con que contaba el país para explotar sus riquezas y alentar su encono del oro a causa de las emisiones perturban permanentemente Posición en el intercambio mundial. A partir de 1861 la exporta.
Una multitud, que pocos años después colocaría al país en el rango do ya una realidad innegable; en esos primeros años de los 1860 cs.cn su línea hasta Chascomus; el Central Argentino, que pocos ferrocarriles de la Mesopotamia. Como consecuencia de todo ello la importación marcaba cifras continuamente más elevadas: entre 1861 y 1864 el comercio internacional había aumentado en un 33%. Las necesidades del intercambio impulsaron pues a buscar la manera de crear un respaldo al circulante, dando a la conversión un régimen de estabilidad. Ella pudo concretarse mediante la ley de noviembre de 1864, por la que se disponía la conversión del papel moneda del Banco de la Provincia. Las disposiciones principales de esta ley son: la garantía del valor del papel moneda emitido precedentemente a razón de un peso fuerte de 16 en onza de oro, por cada veinticinco pesos papel, el compromiso de no realizar nuevas emisiones y la prohibición de funcionamiento de otras instituciones de emisión hasta tanto no estuviera retirado el papel moneda en circulación. Para hacer efectiva la garantía se le destinó el capital del Banco y sus ganancias; el producto de la venta del ferrocarril Oeste, que debía ser ordenado por una ley especial y el producto de la venta de 800 leguas de tierras públicas. Además, y con el objeto de acelerar la conversión, el gobierno quedaba autorizado a contratar un empréstito interno por 4 millones de pesos fuertes. Anticipándose a la sanción de la ley el Banco había establecido ya las equivalencias de su billete en oro en base a esta escala, que luego la ley del 27 de octubre de 1863, declaró de curso legal en la República: la onza de oro de las repúblicas Hispano-Americanas de 27 grs. tenía una equivalencia de 16 pesos fuertes; la pieza de 20 mil reis del Brasil, 11 pesos fuertes; el águila norteamericana, 9,17; el doblón de España de 100 reales, 5; el Soberano inglés, 4,90 y el Napoleón de 20 francos,3,90 pesos fuertes.

Los propósitos confesados de la ley no pudieron cumplirse, es decir ni fueron canceladas las emisiones anteriores, ni cesó el Banco de realizarlas. Lo significativo es que el propio gobierno nacional, como en épocas anteriores, impulso al Banco a emitir. Acosado el gobierno, en efecto, por las imposiciones de la guerra con el Paraguay, el Banco debió efectuarse un adelanto de 4 millones de pesos fuertes con garantía de bonos del tesoro; simultáneamente le autorizaba a emitir la suma referida; a fin de lograr la amortización e intereses se impondría un impuesto adicional de 5% a la importación y de 2% a la exportación. El gobierno nacional, requería luego un nuevo empréstito de 15 millones de pesos fuertes que fueron cancelados en 1871.
Debe suponerse que ni las emisiones ni los empréstitos al estado nacional perturban la marcha ascendente del Banco. Desde luego, la emisión, o sea el envilecimiento de la moneda, era un juego que dividía a exportadores e importadores. A los primeros beneficiaba el encarecimiento del oro porque ellos pagaban sus costos en papel y vendían los productos en el extranjero en oro; a los importadores interesaba en cambio un precio bajo del metal, porque de ello resultaban más proficuas las compras en el exterior.
Este movimiento de vaivén traduce pues la mayor o menor gravitación de unos y otros. Por lo demás, no debe descartarse el hecho que la ley de 1864 sobre conversión, estuviera dirigida primeramente a deshacerse del ferrocarril oeste y en segundo término a precipitar la venta de las pocas extensiones de tierras públicas que se hallaban aún en manos del estado provincial. Se debe tener presente con respecto a lo primero que en cuanto el ferrocarril sud, que ya tenía en construcción su línea a Chascomús, empezó a desenvolverse en la provincia, no tuvo norte más preciso que absorber primero al ferrocarril oeste y posteriormente el ferrocarril a la Ensenada.
La circunstancia que no fuera por medio de esta ley sino por otra dictada por el mismo organismo algunos años después, no indica, sino que la gravitación del ferrocarril sud no era en aquella época tan decisiva, o que el precio a pagar por la transferencia no asume entonces, los caracteres que tuvo hacia 1890. En cuanto afecta a la venta de tierras, se debe recordar que, en esos años, el desarrollo de los ovinos se realizaba en tal proporción que los campos de Buenos Aires resultaban estrechos para contenerlos.
Finalmente cabe expresar, que en la misma medida en que el Banco de la Provincia realizaba empréstitos a favor del Estado Nacional, obtenía de éste privilegios legales que excedían toda medida. Fue la época de fundación del Banco Nacional, en Tiente; esa cotización sube de manera permanente, y en después de Caseros desciende a 274; pero comienza inmediato frente; dentro de fluctuaciones del orden del 10% en más o en menos de esa cifra llega en 1881 en que se establece la equivalencia legal de 25 pesos moneda corriente por peso oro. Es fácil observar que la equivalencia mencionada corresponde al menor valor registrado por los billetes del Banco Provincia, y en consecuencia, se puede deducir que la referida equivalencia se resolvió de manera favorable a los intereses de los importadores; del capital extranjero en definitiva.
El Banco de la Provincia había intentado en 1867 un nuevo recurso para detener la baja de sus billetes: la creación de la Oficina de Cambio, creada por ley de enero 3 de aquel año. La misma fijaba en su artículo 19 el valor de conversión que adoptaría la ley de 1881 y en circunstancias similares; es decir en la serie de valores de cotización registrados desde 1863 en que el peso fuerte sustituye a la onza de oro, el valor de referencia marcaba el punto mínimo. En el resto de su articulado quedaba establecida la posibilidad de retirar el metálico dentro de esa equivalencia y desde luego de emitir el papel moneda necesario para realizar los fines de la ley.
Es notorio el éxito inmediato que acogió a la oficina de conversión del Banco de la Provincia. Llegaban a su caja aportes de metálico que recibían su equivalente en billetes de papel moneda; éstos eran recíprocamente canjeables por el metal. La corriente de los negocios recibió así un decidido impulso. El caso es que el Banco de la Provincia logró en los primeros cinco años de funcionamiento, es decir hasta 1872, un encaje metálico de 15,5 millones, contra una circulación de 385 millones en billetes.