El censo de 1869, que registró 1.737.000 habitantes, contabilizó 860.000 ocupados. El 50% correspondía a población activa. Agrupada en grandes rubros, sus ocupaciones eran las siguientes:
- Producción de materias primas (principalmente agricultura: 188.000 y ganadería): 280.000
- Producción industrial: —
- Comercio: 40.000
- Transporte: 24.000
- Mano de obra no calificada (peones y personas de servicio): 284.000
Total: 816.000
Recordando que la producción de materia prima realizada desde luego en el campo incluye el mayor porcentaje de peones, conduciría a aceptar que más del 50 % de la población ocupada entonces era en realidad de una calificación muy rudimentaria, consecuencia del bajo nivel cultural que el propio censó puso de relieve al expresar que el número de analfabetos en el año de su relevamiento era de 1.100.000 sobre una población de 1.737.000. En cuanto afecta a la población industrial, ella alude a los artesanos entre los cuales figuran 140.000 mujeres. Esta última producción, la artesanal, ha creado una distribución de profesiones que se caracteriza por estas cifras: construcción 10.640, maquinismo 4.900, imprenta 980, costureras 98.400, carpinteros 14.030 y tejedores 94.040. La suma de los trabajadores afectados a los oficios mencionados alcanza a 222.990.Se puede sintetizar este aspecto del desarrollo económico y social de la Argentina ocurrido entre 1853 y 1870 expresando que este último se caracteriza por la existencia predominante en número de una amplia capa de población trabajadora; un reducido elenco de propietarios de tierras y ganados y una incipiente clase media que comienza a desarrollarse como consecuencia de la incorporación de obreros manuales a las múltiples manufacturas que satisfacen necesidades elementales de la población. Tanto la población trabajadora como la clase media dad, consecuencia de la incorporación permanente de nuevos Sin perjuicio que este censo localizara 5.400 propietarios de bienes muebles e inmuebles, se debe aceptar que los grandes propietarios se hallan ubicados casi exclusivamente entre los poseedores de tierras y ganados y el gran comercio de Buenos Aires. No había entonces más que pequeños establecimientos destinados a producir en las ciudades artículos rudimentarios de alimentación y vestido, pequeñas empresas de construcción de edificios, carpinterías y algunos establecimientos metalúrgicos de muy modesta amplitud. Con excepción de los saladeros, que representaban capitales de relativa importancia, como el de puerto Ruiz y el de Gualeguay, ambos en Entre Ríos, cuyo valor era de 150 mil y 200 mil pesos respectivamente, los integrantes de la clase superior o sea la gran burguesía, terratenientes, comerciantes, banqueros y funcionarios, aparte de su reducido número con respecto a la población total del país, estaba estrechamente vinculada a la ganadería. Las clases medias procedían, su plano superior, de los campesinos prósperos, algunos industriales, empresarios de transportes, etc., y su rama inferior de arrendatarios de tierra y pequeños productores de artículos de consumo en las ciudades. La gran masa de la población activa, compuesta por los 280 mil trabajadores, clasificados por el censo como “personal de fatiga sin trabajo fijo “y «personal de servicio», y una proporción considerable de los afectados a producir materia prima y a la producción industrial, constituían la clase de trabajadores manuales. En cuanto se refiere a la clase dirigente, es interesante notar que el censo acusa la existencia de 439 abogados de los cuales 222 se desempeñan en la ciudad de Buenos Aires, 240 agrimensores, 70 arquitectos, 8.653 agricultores o sea propietarios de tierras y ganado, 194 ingenieros de los cuales 142 en la ciudad de Buenos Aires, 458 médicos, 9.602 jefes y oficiales del ejército, 1.781 propietarios de minas y 2.377 profesores y maestros.